La Recomendación del CMSUE
dirigida a limitar la exposición a los CEM tiene por finalidad proteger al
organismo humano de los efectos conocidos y que pudieran ser motivo de riesgo
para la salud de los ciudadanos. Según definición de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) la salud es un estado de bienestar físico, mental y social, no
meramente la ausencia de enfermedad o trastorno.
Un
efecto biológico se produce cuando la exposición a los CEM provoca una
respuesta fisiológica detectable en un sistema biológico. Un efecto biológico
es nocivo para la salud cuando sobrepasa las posibilidades de compensación
normales del organismo. Cuando un sistema vivo es sensible a CEM de una
determinada frecuencia, la exposición puede generar modificaciones funcionales
o incluso estructurales en el sistema. Por ejemplo, la pupila puede
experimentar una contracción cuando el ojo es expuesto a un CEM intenso con
frecuencias propias del espectro visible.
Nuestro organismo está biológicamente
preparado para estas respuestas como parte de sus mecanismos de adaptación al
medio. Estas modificaciones, en condiciones normales, son reversibles en el
tiempo, de forma que, cuando desaparece el estímulo, el organismo vuelve a su
condición de equilibrio inicial. Para que se produzcan alteraciones
perjudiciales, las modificaciones inducidas tienen que ser
irreversibles. Es
decir, una vez eliminado el estímulo, el sistema biológico no vuelve a su
situación de equilibrio inicial. En este caso es cuando podemos esperar que el
sistema entre en un proceso que conduzca, en el tiempo, a una situación de
riesgo de enfermedad.
En los últimos veinte
años, programas de investigación en todo el mundo han realizado avances
significativos en la caracterización las interacciones posibles de los CEM y
los organismos vivos, destacando los estudios sobre los efectos biológicos de
los CEM y los mecanismos biofísicos implicados en tales efectos. También se ha
profundizado en la cuestión de la relevancia que los efectos biológicos de los
CEM detectados experimentalmente tienen para la salud; es decir, sobre si los
resultados obtenidos en laboratorio son o no indicativos de efectos
potencialmente nocivos, y si es alta o baja la
probabilidad de que
tales efectos se den en el organismo humano bajo condiciones reales de
exposición. Asimismo, se ha investigado sobre si los efectos biológicos
inducidos en los seres vivos por la presencia de CEM son transitorios o
permanentes y, finalmente, si dichos efectos biológicos pueden tener
aplicaciones terapéuticas o, por el contrario, consecuencias negativas para la
salud.
Las evidencias
científicas disponibles acerca de los efectos biológicos y de los efectos de
los CEM sobre la salud son muy numerosas. Por ejemplo, en los 3 últimos años se
han publicado alrededor de 900 artículos en revistas científicas
internacionales, que a su vez han sido objeto de más de treinta recopilaciones
y revisiones realizadas por expertos y recogidas en documentos monográficos,
libros y prensa especializada. Está fuera de nuestro objetivo redactar una
revisión bibliográfica pormenorizada. Sin embargo, para alcanzar el nivel de
información que este documento requiere, es preciso realizar un examen
exhaustivo de las evidencias científicas, analizar éstas en su conjunto
considerando los hallazgos en un contexto general, valorar si los datos
científicos son o no concluyentes y aplicar un “principio de precaución” cuando
las evidencias sean discrepantes o existan aún cuestiones abiertas.
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